Armando Cano

FEA.

 

Fea, como en un suspiro
me enamoré de ti un día.
De tus ojos transparentes, de tus dedos,
de tus dientes, de lo primigenio que hay en ti.
Como un amanecer, o una alborada,
o el rojo de la esperanza.
Me llevaste primeramente
hasta el extremo de consumirme los sentidos,
de robarme el aliento, las emociones;
y a mi piel hecha jirones le prometiste ser feliz.
Me montaste en un rayo, en un relámpago,
en una línea de luz.
Viví un tiempo entre nubes, en los riachuelos,
en las playas de este puerto, entre la brisa;
en las olas de tu mar.
Luego un día te alejaste, me olvidaste,
como se olvida la vez primera.
Y me clavaste hasta la empuñadura
la daga de tu desprecio, de tu silencio,
de tu desdén.
Hoy mi vida casi muerta, se arrastra, gime,
se tambalea,
y va perdiendo poco a poco las esperanzas
cual el aroma del perejil.

 

 

© Armando Cano.