Verano Brisas

PAMIR - 1957

Con cuatro fustes sosteniendo su velamen

y una eslora superior a los cien metros,

este bello mastín de los océanos

no logró mantener la compostura,

pese a la orden terminante

que rugió su capitán desde el castillo:

¡A degüello las velas, de inmediato!

 

Pero no eran ya las lonas sólo lonas

sino globos hinchados, gigantescos,

y el velero, escorando hacia babor,

no alcanzó a superar aquel apuro

como en otras ocasiones peligrosas.

 

Con tazas de café y zumo de frutas,

con botellas de whisky y cigarrillos

ofrecidos por el parco cocinero,

fueron siendo atendidos los marinos,

hasta ver la enloquecida cafetera

rodando por cubierta y dando tumbos

mientras iba a perderse entre la espuma.

 

En mitad de los trapos desgarrados

se incrustaron las olas y los vientos,

llevándose al Pamir como rehén

con ochenta tripulantes hacia el fondo.

 

Sólo seis alcanzaron a salvarse

por la ayuda oportuna de unos barcos

y la búsqueda tenaz de la aviación.