Denil Agüero

La única gota sincera

En todas las noches que no duermo y todas las madrugadas que veo convertirse en día, ahí está ella en mi pensamiento,

sin buscar un lugar, porque ya lo tiene.

Pido no confundan estas palabras con amor o desamor, pues de ninguna manera, es simplemente una estima infinita,

un apego perpetuo como su ternura, una sonrisa tan pulcra, que apalabré.

No recuerdo cómo la conocí o cómo en segundos se convirtió en lo tanto que es ahora, o como ya no vivo sin acariciar su cabeza,

o sin escuchar sus palabras melindrosas.

En mis días de fingir estar bien, de alguna forma, un inapreciable momento, lograba estarlo al recibir un pequeño abrazo,

al escuchar mi nombre entre sus dientes salir con ganas.

No tengo miedo de la inevitable muerte, que espero rápido para mí llegue, sin embargo,

estoy horrorizado por el súbito día cuando no aprecie su pequeña cabeza bajo la mía.

 

Me siento mal por no saber mucho de ella, no sé tampoco si ella sabe mucho o algo de mí,

a veces creo ese es el motivo por el cual no me odia, no sabe ciertamente quién soy

o de dónde llegan mis lágrimas

o por qué escribo sobre ella

mientras el indiferente viento ataca mi cabello

mientras la migraña hace una cueva en mi frente

e intento enfocar la luna           

avizorando lo que siempre espero en cada letra:

morir entre las garras de la noche.