Max Hernandez

Una pluma, un papel, una gota de tinta seca...

La pluma rota, porfiada se desliza sobre el viejo papel,

La tinta seca se aferra a lo más profundo del ya oxidado tintero,

Una sonrisa triste en el melancólico rostro

Muestra que podrá estar muerto el poeta, pero aún siguen vivas las letras...

 

Los sueños y deseos, se convirtieron en efímeras quimeras,

Las letras, convertidas en palabras dulces y tiernas,

Fueron llevadas por el viento, y se hicieron etéreas,

Y ahora solo viven en los sueños y en el corazón del envejecido poeta...

 

Seguirán viviendo tus sueños, poeta? 

Seguirán tomando alas, y convirtiéndose en bellas letras?

Seguirás regalando al mundo entero, melodías bellas?

Seguirá tu pluma, porfiada, escribiendo, aún con la tinta seca?

 

El frío del sepulcro austero, nos devuelve una lúgubre respuesta:

El poeta ha muerto, ya no esperen de él más letras!

Lloran las musas abandonadas, 

Llora el papel, llora la pluma, llora la tinta seca,

Pero afuera un mundo sigue vivo, 

Un mundo que nunca quiso escuchar las palabras del poeta...