Adolfo Flores Facundo

La lluvia de nuestra piel

La lluvia de nuestra piel desborda

la cama como un río.

El cansancio es grande y las ganas de seguir

se multiplican.

La lluvia es cada vez más fuerte

y solo por momentos disminuye su fuerza.

No nos deja dormir. Nos vuelve centinelas,

espías de la piel, guardianes del goce.

No queremos detener esta lluvia

que solo brota de nuestra piel

y desborda la cama y desborda el tiempo.

No puedo controlarme y me vuelvo

más fuerte y tú más encendida

y más dispuesta, más desnuda,

capaz de devorarme.

La lluvia no deja de humedecer la cama

y nos desbordamos como un río.

Y solo tener una piel

un solo cuerpo, una sola alma

donde poner el placer.