A. Martinez

Latidos.

 

De vez en vez,
también sigo el rastro
líquido que deja algún sonido,
un aroma feliz,
una corazonada,
y bebo un poco
de la luz del sol.

 

Quito el cerrojo a la puerta
que bloquea el camino,
me asomo a contemplar
las flores que anticipan
tu llegada,
con sus reverberantes
voces de color,
y encuentro las esquinas
en las que reposa la luna
cuando la noche es larga.

 

Me refugio en algún rincón
risueño y tranquilo,
donde todo sea bueno y puro
entre latidos nuevos
que resuenan pausados,
transparentes,
fieles sinónimos de tu sonrisa.

 

Eduardo A Bello Martínez
Copyright 2018