Denil Agüero

XV

Abre la ventana, te cuento la historia, quédate en silencio,

quizás tienes razón, y al hacerlo se escape tu reflejo.

Prefiero eso, a que la gota de tu ojo lo quiebre en llanto,

pero sí se escapa, por tu boca y palabras, este mi verso.

 

No por un ventanal con pasador abierto y un viento potente,

cuando tu sombra perdida, buscaba ser álabe.

Por eso siempre tendrás contigo el necio intento aloque,

ya muy lejano, el beso rabioso por sueño, en el bombé.

 

Una vez regresó cantando, casi enamorada, dormida,

por ese gesto se hizo nada, por la tarde, casi bradita.

Maldita la vida y tú con ella, revolcándonos en la burga,

sentía tus ojos y tus pasos, en el tiempo, sin esperanza.

 

Al final, ni cantaba su reflejo, ni olvidaba su desecho,

amasaba los sentimientos de su voz abruptamente.

Optó ella en su miseria cerrar el ventanal de un golpazo,

nunca logró observar su grandeza, ahora distante.

 

Y lo que nunca te dijeron, pero existió:

un bienestar que por sangre llega, incluso de madrugada.