Andrés Romo

El poeta y el verdugo

 

Presto está ya el verdugo para ejecutar,

en el filo de su espada brilla la maldad,

su rostro congestionado oculta la verdad,

la verdad de matar a un vate solo por amar.

 

El verdugo

El filo de mi espada hoy vas a probar,

poeta ingenuo, tu amor no te va a salvar,

abre tu pecho franco que lo voy a traspasar,

conocerás el dolor inmenso que produce mi maldad.

 

El poeta

Yo te conozco cruel verdugo ¡asesta ya!

hunde tu espada maleva en mi corazón,

no pospongas tu tarea que yo acepto tu razón,

por eso golpea certero para que muera ya.

 

El verdugo

Veo que aceptas con donaire tu castigo,

¿acaso tu corazón por mi espada no será destrozado?

¿acaso mi golpe no te desviará del camino?

¡habla condenado antes de ser traspasado!

 

El poeta

Si tú supieras de lo que fui creado,

si tú entendieras que tu golpe en mí germina poemas,

si tan solo tú alma corriera por mis venas,

solo entonces sabrías de mis penas, de por qué vivo

y también sabrías del por qué me condenas.

 

Por fin el verdugo asestó el golpe,

cayó el poeta al suelo frío,

la escena infame quedó en un suspiro,

y Dios que lo vio todo, tomó en sus manos

el corazón herido,

con amoroso accionar, devolvió al poeta

un corazón puro y renovado para volver a amar.

 

Andrés Romo

 

 

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