A. Martinez

Instantes perecederos

 

La memoria vuela
espantando la noche,
desocupando el frío
que anda descalzo
por la casa;
el año se disuelve
como caramelo
en la boca del almanaque,
el sol sigue su vida
de persiguir tejados,
dejándoles sonrisas
en sus cabellos serios.

 

La mitad del amor
está conmigo,
la otra va saludando
caminos que se alargan
en otra parte,
cerca de otro océano
que envejece
junto a ballenas azules
repletas de cansancio.

 

Los minutos gotean
sus hojas blancas
en las espaldas
de la playas;
cada espejo
me devuelve la ternura
de aquellos ojos,
y ella retorna
aferrada a las palabras,
envuelta en cada poema,
que con la esperanza
de alcanzarla,
retoza en mi garganta.

 

Eduardo A. Bello Martinez.

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