alupego (Ángel L. Pérez)

EN EL CENTRO DE LA HOGUERA

 

El tiempo sacude el ánimo.
Por derroteros lo lleva,
a veces inexplorados.
Guiños hace al pensamiento,
para después despistarlo.
Y se mofa del afán,
del humano en retrasarlo.

La clave está en las ideas.
En enriquecer el hálito,
en cada esencial momento.
De ensanchar el corazón,
como un bello globo de helio.
Que hacia el cielo se remonte,
para ver todo más claro.

La pausa la pone el sabio,
que busca en la vida el núcleo,
donde se cocina el ánimo.
Donde cuecen las esencias,
que a fuego se van forjando.
Y en el centro de la hoguera,
donde arden los desengaños.
El sabio bucea dentro,
dando a la esperanza pábulo.

Y en el caldo de cultivo,
donde crecen los agravios.
El odio va haciendo hueco,
como un virus desatado.
Infectando cada músculo,
cada nervio, cada órgano.
Infectando cada vida,
como un nocivo parásito.

La humanidad se repliega,
escondiéndose en sus hábitos.
Así, va enquistando el sueño,
sin dejar apenas sitio,
para avanzar paso a paso.
Dentro de esa sinrazón,
solo viven los recelos,
que en odio se van tornando.

Apenas quedan resquicios,
para salir del embargo.
De la adornada prisión,
de suelo aterciopelado.
De barrotes de brocados,
y opíparas comilonas,
que solo engordan lo falso.
Ahítos de ídolos de barro.

Quizás cuando llegue el día,
y despierten del letargo.
Más valor tendrá la vida,
y el hombre será más sabio.
A.L.
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