Christian Alondra

Grandes miedos

Decidí encarar a mis miedos,
directa y de frente viéndonos.
Estaba aterrada, lo confieso.
Mi voz tartamudeaba,
mis pasos flaqueaban,
toda yo por dentro lloraba.

 

Los fui enumerando uno a uno,
y mientras desfilaban incesantes,
yo intentaba convencerme:
\"Más grande que yo ninguno\".

 

Le grité al primero fuertemente:
¡No le temo más a envejecer!,
pues tal vez mi cuerpo se seque
lentamente,
sin embargo mi alma no hay quien
la detenga al florecer.

 

Al segundo lo aplasté
con la planta de mis pies,
dejando como prueba en el pavimento
un rastro de mi propia piel.
¡No me importa lo que digas!,
porque aunque tú me aplastes
y me marques de por vida,
no evitarás que mi sonrisa brillando siga.

 

Envalentonada maldije al tercero,
llenándolo de furia e improperios:
¡Al carájo lo que me han dictado ser!
Prefiero volar hacia la utópica libertad.
Aunque a ratos no la pueda ver,
aunque no la alcance,
aunque de aletear jamás descanse.

 

Sin embargo, cuando creía ya haber vencido,
otro miedo mayor que todos aquellos
irrumpió mi rumbo en el camino.
Era una figura de mi misma altura,
con mis gestos, con mis rasgos,
con mis mismas entorpecidas manos.

 

Si me movía, ella se movía conmigo.
Si volteaba la espalda, ella hacía lo mismo.
Hasta que le vi la cara,
y encontré en sus ojos mis mismos miedos,
y halle en su mirar todos mis sueños.
Era yo, trasformada en mi mayor impedimento.
Era yo, convertida en lo que más temía.

 

Fui recorriendo mis partes, una a una,
y mientras me reflejaba incesante,
yo petrificada me convencía:
\"Más grande que yo ninguna\".