Debra...
Has hecho crecer flores en esta tierra árida
en donde los rayos del sol no se acostumbran a llegar.
Has construído en mí algo tan grande como Atlántida
en la cual ya no hay nada más hermoso que se pueda edificar.
Has de pedir cualquier deseo cuando reces
y los deseos llegarán porque Dios sabe lo grandiosa que eres.
Has vuelto encender en mí,
quemando uno que otros bosques depresivos,
esa pasión por volver a escribir...
Debra...
Estás hecho de virtudes y fortalezas ante los ojos
de las personas, tal vez solo Dios y yo sabemos lo frágil
que eres cuando gritan y hieren lo más sensible de tu corazón,
te haces la fuerte y en verdad lo eres,
te haces tan inteligente mientras el tiempo se pierde
en cada parte de tu delicada piel,
te haces tan hermosa cuando hablas, sonríes, callas,
abrazas y besas;
envídio los rayos del sol que tocan tu piel trigueña,
ya quisiera mezclarme con el aire cuando muera,
aunque sea efímero el momento,
quiero ser al menos un segundo
el aire que respiras e imaginar que hemos vuelto a estar juntos.
Debra...
Eres inspiración, amor y deseo.
Eres admiración, fiel y rebelde.
Tus labios delicados se convierte
en un arma de protesta que pide lo justo
para uno y para todo el mundo,
que nadie quebrante tu alma luchadora,
poseedora del amor de Dios, de tus padres,
hermana, hermano y la futura familia que muy pronto formarás;
que nadie te diga que no puedes,
no dejes que te corten las alas hermosas que tienes,
tu hermosa sonrisa que nadie la borre,
tu esbelto cuerpo es el camuflaje perfecto
para ocultar las grandes fuerzas innatas que solo tú posees...
Debra...
La luna me inspira a poder escribirte,
las estrellas a volver a soñarte
y el cielo es donde quisiera plasmar
cada letra que te escribo...
Sé que es algo tarde y ya no quieras leerlo,
tal vez sea el último poema que leas,
pero no el último que te escribo.