Adolfo Rodríguez

Diferente manera...

Yo quiero ser algo así como tu hobby, tu afición,

no llegar a ser una obsesión, nunca una adicción,

saber que, teniendo mejores opciones,

elijas quedarte conmigo,

que sepas estar a mi lado

cuando ni yo mismo me quisiera cerca

y que pueda contar con tus dedos

cuando no me salen las cuentas,

que no seas constante ni límite en la misma ecuación,

aunque te vea por siempre conmigo.

 

Quisiera quererte de diferente manera,

no quiero ser tu seguro de vida,

ni tu plan de jubilación

y aun así poder dártelo todo,

por qué no necesites de nada,

que tengas tu libro, tu hijo y tu árbol,

que estés completa contigo misma

y que seas feliz sin razón, que tu tristeza solo sea solidaria,

quisiera quererte más que todos, por la simple razón

de que, queriéndote más, más me quiero.

 

Quisiera quedarme en tu vida,

pero no como un recuerdo,

ser eso a lo que siempre vuelves por instinto,

pero que no te conformes conmigo,

que me retes en vuelos, en duelos de baile,

que superes todos tus récords

y que te resulte fácil tenerme, que tenerme no te suba la hipoteca,

que no me necesites,

que el amor cuando se hace indispensable es vicio

y todo vicio termina en desahucio.

 

Quisiera que en tus sueños

nunca crezcan monstruos con mi nombre,

ni me vistas de armadura,

yo no quiero salvarte, ni tú lo necesitas,

que, en tus vigilias, esos monstruos

solo sean cuentos para niños,

que, si tienes que llorar, sepas que puedes llorar todas mis lágrimas,

que puedes gastar mis suspiros, usar mis sollozos,

que todos tus temores tengan un nombre

y por lo tanto, un conjuro.

 

Yo no quiero ser tu amor eterno,

ni tu sol, ni tu lluvia, ni tu campo florido,

ni tu otoño, ni tu invierno,

yo solo quiero ser un motivo

por quien disfrutes de todo eso,

mientras te llega un motivo nuevo

y quererte mientras pueda y como pueda,

mientras te alcance mi amor

y te guste así, como te quiero

y que tú, quieras quererme como a mí me gusta,

mientras te dure el cariño.

 

Yo no quiero que seas mi amor eterno,

ni mi fogata, ni mi llama, ni mi hogar,

ni mi luz, ni mi primavera,

yo solo quiero que seas pavesa

donde se guarda el amor,

para inflamar de nuevo algún cuerpo

y que me quieras mientras puedas y como puedas,

mientras que pasa la llovizna, mientras te dure la flama

y te reescribo las leyendas y los mitos

mientras se acumulan cenizas en la hoguera,

mientras que el fénix renace.

 

Yo no quiero ser tu destino,

prefiero ser un polizonte en tus sueños,

que cuando vengas te pierdas por el camino,

que me des mil vueltas y que tropieces mil veces o más

y que siempre sepas que puedes volver sobre tus pasos y contar con los míos.

Que, si te asaltan las dudas, te sirva de faro mi guía,

que no me envíes postales,

que me las digas mejor, susurrando en mi oído

y que sepas que, si voy en dirección contraria,

es con la certeza de que, a la vuelta del mundo,

voy a reencontrarme contigo.

 

Yo no quiero que seas mi destino,

prefiero llevarte en mis venas,

que cuando venga, te pierda por el camino,

y darte mil vueltas y volver a tropezarme contigo.

Quedarme sin mapa ni guía, y aun así te presienta a la vuelta de cualquier esquina,

para poder decidir en la encrucijada de tus piernas,

si sigo o si vuelvo, si subo o si bajo, si llego o camino.

Y llegar sin llegar a ninguno y a todos los sitios,

para decirte, cantando bajito en tu oído;

que mi casa es cualquier casa

donde tú me abras la puerta y la bienvenida me la de tu sonrisa…