Hay días en que una batalla se desata entre tus páginas, te leo y el tiempo se trasforma en mi peor enemigo, a ratos sonrisas invisibles ofrecen una falsa tregua, a ratos las letras caprichosas dejan de formar textos y dan paso a palabras que puedo escuchar.
En la soledad de la noche rompes mi silencio y lo transformas en sonrisa, me gusta esa manera violenta en que rompes mi rutina, te leo a mi modo entre sonrisas que dedico a mi celular, te leo junto al fuego y una taza de café que se ha enfriado imaginando el sabor de los chocolates que nunca llegaron.
Tus páginas hablan de un espíritu indomable, inalcanzable cual princesa en lo alto de la torre de un castillo oculto entre las nubes, acurrucada allí entre tus libros.
Me pierdo cada día entre tus textos, tanto que haz comenzado a aparecer entre los míos, he intentado no leerte, he intentado sacarte de estos textos que escribo, pero seria injusto matar palabras que nacieron para ti, y yo solo escribo, no sirvo de asesino.
Hay días en que tus páginas permanecen en blanco y yo desconcertado deambulo por ese árido desierto que la ausencia de tus palabras provoca anhelando una lluvia de ellas que acaben con mi sed literaria, muchas veces la espera se extiende y anochece en mis ojos pues el día pasa, se duermen las estrellas pues la noche pasa.
El tiempo y muchas cosas pasan eso es evidente, el tiempo y muchas cosas pasan pero no mis ganas de leerte.