Menesteo

Cosas del ayer

¿Es razón, o Sinrazón?

 

¿Quién soy yo? y ¿Quiénes son las gentes?

Si a éste mundo llegué

como todos los que vienen,

desnudado de piel y alma

luciendo como una estrella,

¿acaso tuve la culpa

del amor que me engendró?,

¿o fue culpable ese amor

de que yo, de ellos naciera?.

¡No!

Ninguno fuimos culpable,

fue destino de la guerra

de que vivieran mis padres

al terminar la contienda,

que dejó miles de muertos

regados por nuestra tierra

sembrando mucho dolor,

y penas que aún despiertan

las voces del corazón.

 

Entre penas y lamentos

y algunos ratos de euforia

llegué sin pena ni gloria

con mi alegre alumbramiento

después de tan triste historia.

Fue tan solo un nacimiento

de los tantos que se dieron

de personas que vivieron

al triste levantamiento.

 

Hoy me encuentro con mi llanto

lo mismo que los demás,

buscando una vida nueva

sin dejar en el olvido,

aquellos  que se dejaron

la vida por el camino

por Españas diferentes,

sin comprender mucha gente

a donde los fue a llevar.

 

Aquella triste contienda

que se llevó tantos muertos

y dejó tantos lamentos,

los que vivimos hoy día

muy pocos hay que la entienda.

Allí donde te pillara

te hacían con el fusil

para que hicieras la guerra

o prefirieras morir.

 

Y no fueron las estrellas

quienes cambiaron mi suerte,

ellas me dieron la luz

y  estoy envuelto en ceguera

sin luces por los caminos

que están sembrados de piedras,

y no me dejan llegar

para alumbrar las conciencias

de buscar la España en paz.

 

Llevemos en el recuerdo

a todos los que cayeron

sin culpa de la tragedia,

padres y hermanos luchando

siempre con fusil a cuesta,

impuesto los ideales

que provocaron la guerra,

sin tener ellos la culpa

pagaron todos por ella.

 

El dolor no se  apagó,

que perdura en la memoria

sin encontrar solución

para terminar la guerra

que tanto daño causó,

y que sigue haciendo daño

a nuevas generaciones                             

por no apagar, esa llama,

que nos quema el corazón.

 

Démonos todos, la mano,

para sembrar el presente

cubriendo de nuevas gentes

que quieran hacer su historia,

honrando con su memoria

a los que no están presente,

que se llevaron los años

dejando sus descendientes

como parte de su gloria.

 

Busquemos la solución                                                        

con el máximo respeto

y plena dedicación,

para encontrar la razón                          

que se encuentra entre los hombres.

Ellas abrirán las puertas

de la reconciliación,

haciendo que la Nación

de nuevo encuentre su nombre.

 

Menesteo