Hugo Emilio Ocanto

*** Jesús, amigo mío *** - Relato - Autor: Hugo Emilio Ocanto -

Hoy necesito expresarte mis sentimientos. Estar en contacto contigo para decirte una vez más de la profundidad de mi alma y corazón de mi amor hacia Ti. Necesito transmitirte parte de mis días. Sé que tú estás al tanto de mi existencia. Tú que me observas en cada paso de mi vida.

¿Por qué hoy esta mi necesidad de comunicarme contigo? Porque hoy, una vez más, te he soñado. Después de almorzar, me acosté para descansar un rato, al menos, después de una mañana muy ajetreada. Mucho trabajo por hacer en casa. Mucho hemos trabajo en ella con mi hermana. Cuando se tienen que recibir visitas, siempre hay que tener la casa en completo orden. Es lo lógico. Es ya una buena costumbre que ambos tenemos. Al lograr dormir, he soñado con tu rostro, Jesús. Era un ambiente que estaba en completa oscuridad. En el centro estaba proyectada una radiante luz, como si fuese un reflector de escenario el que iluminaba. Esta imagen tuya pasaba en el sueño en forma de lento círculo. mostrando tu rostro una y otra vez. Lo extraño es que eran cuatro rostros iguales. ¡El mismo rostro que tenías cuando estabas crucificado!

El mismo Cristo doliente que yo admiraba y amaba en los años que pertenecía al grupo de los días sábados hace unos años en la Basílica de Guadalupe en las misas de la diecinueve y treinta. Un sábado comenté al sacerdote: \"Padre, si alguna vez faltase este Cristo, he de ser yo el que se lo ha llevado\" El sacerdote sonrió. Sólo sonrió. Un ser más de la Basílica que se ha ido de este mundo, para descansar en los brazos del Señor. ¡Tantos del grupo sabatino ya no están...! 20 años perteneciendo a ese grupo cantando en el coro, dando la comunión, leyendo la lectura bíblica. Sintiendo la necesidad de acompañar a ese Cristo todos los días de mi existencia.

Vives en todo mi ser amado Jesús. Es la tercera vez que sueño contigo. Extraño sueño. Sin explicarme su significado.

Sabes todo lo que está sucediendo en el mundo, Jesús.

Jesús... sabes lo que está sucediendo en mi país. Existen hermanos que se están muriendo de hambre. Familias que viven en la calle. Una tremenda inflación azota a nuestro pueblo.

Y existen responsables. Nosotros los conocemos, como tú también los conoces. Tiende tu mano, y aplaca esta barbarie. Sabes que soy un hombre de profunda Fe. Pero esta vez, soy algo escéptico a lo que podría acontecer de aquí en más...  ¡Cuánto trabajo tienes tú, Jesús, con los habitantes de este pueblo, el nuestro, y el de todos los que existen en el mundo...!

¡Cuánto trabajo extra te damos, mi Señor!  Sabes que estos últimos días he estado no muy bien de salud. He comenzado hacer unas sesiones de quiropraxia. Con ellas me siento mejor. Aún me quedan varias por hacer. Están dando buen resultado para mi mejoría. En este momento está lloviendo torrencialmente. Se asemeja a un diluvio. Pronostican lluvias por un par de días más.

Me siento pleno al rezar diariamente por los enfermos. Por su salud, y la mía. Y la de todos los seres que la necesitan. A todos considero mis hermanos. Me siento feliz de amar al prójimo.

Gozo de felicidad sabiendo que existes en mí. Sabes cuánto te amo. Rezar es parte de mi misión diaria en la vida. Por todos los seres del mundo. Y sobre todo, AMARTE ETERNAMENTE, JESÚS, AMIGO MÍO.