alupego (Ángel L. Pérez)

LATIDOS ACOMPASADOS

 

Van silbando los violines,
como los mirlos en celo.
Y se derraman la notas,
como lágrimas de duelo.
Penetran en los sentidos,
como los duendes traviesos,
se cuelan entre los sueños.
Y juegan con las neuronas,
de los durmientes cerebros.

Vibran las cuerdas alegres,
o tristes como sonetos.
Y los arpegios se funden,
con sutiles sentimientos.
Mientras los sueños evocan,
los recuerdos más sinceros.
En las mentes hacen su hueco,
los sentidos pensamientos.

Gráciles saltan las notas,
sobre el piano del recuerdo.
Y bailan como posesas,
en el tapiz de los cuerpos.
Sumergiéndose en los poros,
bebiendo de los anhelos.
Como liban en las flores,
los delicados insectos.

Versos que evocan la savia,
que nutre los pensamientos.
Como gotas de rocío,
resbalando por los sueños.
Melodías que se funden,
con las voces y los ecos.
Con la mirada curiosa,
que quiere ver lo secreto.
Y en el centro la nostalgia,
que quiere abrochar lo hecho.

Nítidas lágrimas vivas.
Que rodando sin consuelo.
Buscan en las comisuras,
enfriar su ardiente cuerpo.
La boca quiere besarlas,
como señal de respeto.
Y las lágrimas se cuelan,
como licuosos viajeros.
Uniéndose a los fluidos,
que esperan entre los huecos.

Como musas se acomodan,
en las fibras del humano.
Y van vibrando con ellas,
como cuerdas de un piano.
Que a las teclas blanquinegras,
se adaptan como los dedos,
de las atrevidas manos.
Rompe el sueño que la arrastra,
despertando del letargo.

Sutiles las sensaciones,
que calman los desengaños.
Abrazadas a la esencia,
de los corazones blandos.
Latidos acompasados.
A.L.
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