Enrique Obregon

Quizá

A tientas hallé en tu presencia
las tinieblas flagrantes,
el vulgo desvanecido,
la más inocente de las malicias.

A tientas
o quizá a la fuerza
me hallé entrometido en ti,

temeroso en ti,
de buenas entrañas recibido
 o quizá

por los ácidos escupido

sin embargo,

 

no importa nada más al fin
si con la mirada al suelo

te recibo a ti

con tu abrasadora lumbre

calentando los cuellos,
consumiendo lo indeseable,
la victoria pírrica de tu afecto.

 

Asumiéndote ahora tan insondable y desperdigada
por los estribos de tu incógnito sentir
se me ufanan los llantos atrasados

y en el orden de mis ideas se disloca la razón.


Digo pues,
que me falta así la firmeza que me sustente
y aún el aire que me aliente


¿qué es esto?

¿y si la tierra a la vista
fuese esta, la empresa de tu anhelo,
y el revulsivo contra la asfixia
la lástima que te perfora los bolsillos?

¿se halla cautiva mi libertad
o quizá tan solo se exilió bajo tu sombra?

Ahora me reconozco perdido
en la desdicha que apoca el sentimiento

quizá

 

ahora sólo soy un presto para el dolor
 el amor

 o quizá

  algo peor.