alupego (Ángel L. Pérez)

SUENAN LEJANOS TAMBORES

 

Tañen las ligeras notas,
de las cuerdas de la vida.
Del laud de la emoción,
la melodía se desliza,
impregnándose de olor.
En lontananza es oída,
la vida en una canción.
Y el olor a cercanía,
va empujando el corazón.

Como las gotas de lluvia,
aporrean insistentes,
las grises calles de asfalto.
Las emociones retumban,
al chocar con la razón.
Y temblores de arrebato,
se prodigan sin descanso,
como notas de acordeón.
A flor de piel los sentidos,
que abrumados se abren paso,
fundiéndose a la emoción.

Misteriosas travesías,
en las jungla de los sueños.
Donde los deseos transitan,
como imágenes de cuento.
Haciéndose realidad,
en los profundos recuerdos.
Donde de carne los genios,
juegan con las melodías,
tocando sus instrumentos.
Así se cumplen los ciclos,
que la vida va imponiendo.

En las termas de la vida,
se bañan las ilusiones.
Que nadando en agua tibia,
van soslayando las trampas,
que impiden ser resumidas.
Cuando en procelosas aguas,
nada la experta existencia,
de la realidad herida.
Caso omiso a la ilusión,
que en la realidad se asfixia.

Suenan lejanos tambores.
Como profundos latidos,
de la Tierra siempre viva.
Y su fuerza es tan potente,
Que su voz rompe el espacio,
que a los Hombres delimita.
Viajeros de la existencia,
que al viento el rostro ofrecéis.
Mirando hacia el infinito,
más plena será la vida.
A.L.
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