Alejandro Tapia

Jugo de limón.

 

Jugo de limón.

 

Mi corazón, verde limón agrio.

Corroe mi carne color bronce, con el jugo vivo del jugoso cítrico.

Arde, quema a gotas la vida, pero al menos hay flora en mi cuerpo.

Sí, soy completo follaje que el sol de a poco dora en tierras sin otoños.

Tierra de alacranes y de sangre.

Tierra de desiertos, desolación y carne.

Mi corteza de caliza ha sido erosionada una vez, otra y otra.

Piedra perforada, filtro de miserias, atrapa lágrimas, porosidad terrestre transformada en divinidad que yace bien plantada.

Verde me vuelvo y vida voy dejando en mi halo y ahora que todo brilla y que todas ahora son delicias; la gente me ve bailando pero no notan los hilos color sombra que en realidad me están manejando.

Tras reverdecer, la fuga termina rápidamente, pero al final es por legítima necesidad que vuelvo al resto; silencioso, momentáneo como la caída del rocío.