Patricia Aznar Laffont

DESARMADA

La verde estancia ,
y el patio orlado por la vieja parra
estéril  y cavilante,
hecha de nudos y sisales
ásperos y  rudos,
desaparecía,
y susurraba tímida
“Regreso a vos”…

Este pensamiento fugaz se ha convertido,
en vanas, vagas y aviesas suposiciones
en verdes colores
o en sumas de negros y blancos.

¿Me amarás en las siestas
como hace una década, ya lejana?

Mi rostro hundido en la blanca almohada,
hundido de recuerdos dolorosos y  bellos
se munen de  impaciencia,
se desfigura  aún más,
en frutos dulces y  salvajes…
pensando en vos.

Y en cuando llegue el instante soñado
en que soples mi palidez asombrada,
en tu boca y en tus manos…

Rostro hundido en los recuerdos
del vuelo audaz
de aquella golondrina airosa
de ese caluroso verano,
que nos unía en sólo Uno.

Tengo la  sonrisa contenida
en suspiros,
y algo reflejada
en mis ojos sin sueño,
temblorosos,
extraviados , lentos y gastados…

Serás el preludio de mi Obra Inconclusa?

Penas, Soledad,  ya Basta!

Éste grito aullante, me divide,
me golpea sin remedio y me traspasa.

El espacio tiñe sus campanas
de castillos del Medioevo,
altivas y  resonantes.

Néctar, azul cielo,
tu celeste y olvidada
mirada.

Con la armadura de lo sabido,
pienso: si lo vil de lo terrestre ya olvidara,
fluiría el agua antigua y  errante
como torrente suave y cristalino,
en el Sin sentido o la Esperanza
de éste, este  mismo Mañana.

(Sólo faltan horas hasta que tu aliento,
derrumbe
mi viejo y  casi oxidado Fortín ,
e imploten mis murallas,
y me encuentres,
desarmada).