Ezequiel Hugo Gonzalez

En las calles de mi ciudad

Doy un paso y luego otro.
Se mas o menos como hacerlo.
Pero no se porque lo hago, ni a donde quiero llegar.
Si puedo notar edificios muy altos con un inconfundible olor a ciudad.
Pero no soy consciente de la oscuridad que hay en sus calles.
Ni de sus peligros, ni de su contaminación nasal.
Porque yo me encuentro mas contaminado que ellas.

Siento, casi sin mirarlas, que las estrellas no me miran.
Siento que la luna se tomo un tren a cualquier lado.

Quizás a algun lugar bien lejos de donde estoy yo.
Pero no la necesito, no.
Porque ahora voy camino a encontrarme con otra gran piedra grande y blanca.
Que no se encuentra en el espacio.
Una que se ubica en cierta esquina de mi barrio.

No se si lo que quiero hacer es correcto.
Siquiera se si realmente lo quiero hacer.
Pero no importa si debe ser solo el momento.
Y ese deseo que me da el beso en invierno.

Mis ideas dan muchas vueltas y terminan siempre en masacre.
En odio, miedo y ganas de destrozar al primer gil que me cruce.
Pero se ven interrumpidos al darse cuenta de que llegué a la esquina que quería.
Hablan con un muchacho bien jodido, y lo insultan.
Y el me apunta, y mis ideas violentas no sabían que yo iba a ser el perjudicado.
O simplemente no les importaba.
Y el dispara, y mis ideas no existen mas, porque mi razonamiento reventó.

Todavía el cielo sigue negro o mis ojos están cerrados.
O estoy muerto y delirando, por haberme peleado con ese muchacho del disparo.
Y los edificios siguen ahí parados.
Tan altos y tan erguidos.
Y yo caigo contra el piso, mirando bien perdido al cielo oscuro.
Que son el interior de mis pestañas.
Por vicioso y enojado, por sentirme incomprendido.
Por querer mas de lo indebido.
Por todo eso y mas, termine en el asfalto.
Sin llegar a oír siquiera el sonido de la ambulancia.
Sin saber si vas a llorarme cuando llegue la noticia a tu casa.
Pero sabiendo que mi vieja va a saber que no era ese hijo inocente.
Y sin vicios, que tanto adoraba