Aurelio Peñaloza

Corazón curtido

En los días de verano veo la luna, una perla inalcanzable que nunca deja de brillar tan cerca pero inexistente. Me preguntaba sobre su cuerpo que destello su imagen y su figura que yo mismo pinte: sus aguas quemaban sus lunares, su amanecer que encendía el faro de su cuerpo y el detalle más efímero pero importante el ruido de su marea navegando a lo profundo y desconocido del mar. Tuve la oportunidad de soñar vivo y despierto en donde el silencio del desierto me escribía lo estrecho del dolor de la estrella y todos esos pasos en la humedad en tanto a fe mi lugar y mi piel partieron matándome de un beso… esto es lo que siento. La realidad me alejaba de la pesadilla como un túnel sin entrada, sin luz, sin salida y sin camino, después lo más cercano a ti me abrazo e inefable era el momento en donde el eclipse se dolía al coexistir con el espejo y la sombra bajo mi cara con la fauna que latía el ojala de mi nuevo capítulo inconmensurable: el verano, los dientes y la sangre se quedaban en la tarde imposible de nuestra vida en donde la limerencia de nuestras almas alumbro nuestra ultima noche… sin cuerpos y sin amor el sol se perdió en el alba de la soledad. Me persigno en mi propio infierno detonante en el teorema y las venas purgatorias como esta escasez de la luminisciencia atestiguadora de las bohemias ramas que se mojan con el espíritu apasionado nadando a la brisa sin cerrar los ojos hasta naufragar el corazón, cerrando el capítulo de mi vida y este instante, y este final.
Este es el desenlace inmarcesible de mi astro y el mérito de sobrevivir a la experiencia del amor y como consecuencia este juego emocional-cotidiano que se dedica a vivir la paradoja más dogmática de la vida. ¿Somos lo que sentimos? Una luna que soñó mis sueños, un desierto que camino todos los días, el amor imposible que limito al universo y a mi vida, la estrella inexistente que descubrió mi existencia, y la íntima oportunidad inalcanzable de vivir todos los días. Ya no habrá estelas sobre el mar, quedara la esencia de nuestros ojos y la imposible estrella que brillo sin la luna. Un amante sin Ser es mi razón de Ser.