Alexandra L

Desarraigo

 

Y se rompió el encanto que sostenía la magia,
la mirada perdida en los bellos destellos del vitral,
donde el sol colorea la mañana y la  vida se despierta de prisa.

Aun así tomo tiempo en descifrar; con cual arcilla se levantó el altar
donde fueron sacrificadas  maravillas, ilusiones ejecutadas al azar
decapitadas tan solo por probar  de qué lado está la fuerza.

Desde las sombras me sonríe el saber, que siempre fuera el mediador
entre poder y hacer; hay un mendigo  en un portal,
llorando lágrimas de sal recitando versos a media voz
a cambio de un poco de calor, de un pedazo de pan,
le urge escuchar el ruido alentador de la moneda que golpeará en su plato Antillano.

Paso a paso camina el día, por este gran mercado,
donde el sentir tiene un valor y el dolor va exhibiendo su traje recargado,
en el  ruedo se enfrenta el poder, la ira, la ilusión y un verbo conjugado,
esperar quién es el vencedor, si alcanzan la obsesión  a ver el sueño realizado.

Mientas por la ciudad corren brisas de mar, verano renovado,
ansiada luz que saluda al final del túnel;
por donde escapa un pueblo que a su miseria ha sido abandonado.

Esta incrustado en cada corazón en bien y el mal,
que la verdad tome su posición, sin condición y arriben más y más peces y pan,
que aparezca ardua la labor premiando al corazón cada sueño dorado,
y que sonría la felicidad sin la necesidad de tanto desarraigo.