Abordo de un frágil barco,
un solitario marino surcaba los mares,
no tenía ruta, ni brújula llevaba,
solo los vientos alisios nutrían su esperanza.
Cierto amanecer esplendoroso,
le anunciaba una inmensa mar en calma,
mas le sobrevino sobria tormenta,
que su nave hizo perder su curso.
Fue una mañana de verano,
cuando extrañas aves circundaban su ruta
y después por la noche,
impetuosas olas jugaban su destino.
Solitario navegante lleno de esperanzas,
habíase hecho al mayor reto de vida,
y ése día inmisericorde, truncaba su afable odisea,
veía se en medio de inmerso mar perdido.
Ya pasada la tormenta…,
desprovisto de sus fuerzas,
sin más cobijo que el inmenso cielo,
sobre breve lienzo de madera flotaba inerte.
Sin más esperanza y solo sus recuerdos,
un aliento de vida le nutre el cerebro,
aun cuando su corazón deje de latir,
lleva solo un pensamiento y una lejana imagen.
A merced de las corrientes y los vientos,
frágil cual medusa flotante,
pequeña partícula del universo,
que solo reclama un refugio seguro.
Cuerpo inerte sin desesperanza,
por no poder sentir más dolor,
ser insensible, dueño de nada,
sin voluntad ni más esperanza.
Solitario marino, dueño de su soledad,
perdido en inconmensurables espacios...