alupego (Ángel L. Pérez)

CRUCE DE CAMINOS

 

Dos caminos, dos senderos.
Dos sendas a cielo abierto.
Dos amores verdaderos,
unidos por un deseo.

El sol se viste de rojo,
si el atardecer le llama.
Sinfonía de colores,
en una noche temprana.
Y una canción que te habla,
de pasiones y esperanzas.

Llama el jilguero al halcón,
para pedirle clemencia.
En sus trinos de advertencia,
vuelca toda su pasión.
Su grácil figura achica,
apretando su plumaje.
Hurta la vista al halcón,
para detener su ataque.
Y al oír la melodía,
tan bella en tonalidades.
El halcón frena su vuelo,
para en ellas deleitarse.

Ligero se torna el aire,
colmado de fantasías.
Y la brisa vespertina.
Acaricia con ternura,
las sonrosadas mejillas.
Como una pluma bailando,
entre las ruidosas risas.
Como un suspiro de amor,
liberando la presión,
del corazón que palpita.

El crepúsculo se estira,
en el lejano horizonte.
Y va extendiendo sus alas,
como un águila gigante.
Sangre y miel son sus colores.
Al contemplar su belleza,
se evaporan los temores.
Tan mágica es la visión.
Que hasta el aire se detiene,
atónito de emoción.

La voz se quedó flotando,
como en el vacío prendida.
Ingrávida y sin materia,
como un hálito de vida.
De la nada suspendida,
como una estrella perdida.
Buscando en el infinito,
otra voz que la reviva.
En su errático vagar,
una estela de esperanza,
impregna cada lugar.

Dos caminos se cruzaron,
en el centro de la vida.
Los dos al final se unieron,
al cruzarse sus destinos.
Un nuevo rumbo marcaron,
en pos de un nuevo camino.
Más ligero más liviano.

Se curaron las heridas.
Y los astros se alinearon,
en singular sincronismo.
A.L.
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