Mario G

A mi padre que ha partido

Esa mañana de octubre

del día que te vi partir,

te llevaste de nosotros 

parte de nuestro existir,

tu alma levantó vuelo

al eterno porvenir

abandonando a este mundo

al que venimos a sufrir;

mi madre a tu lado estuvo,

todos rodeándote a tí,

lamentando tu partida,

llanto, lágrima y gemir;

es un dolor que en la vida

no se puede describir,

es ese dolor que llega

para no volverse a ir.

ahí no valió la experiencia,

ni los logros al vivir,

ni todos los sufrimientos,

o el amar sin desistir

aunque el destino en la vida

te haya hecho sonreír,

cuando la muerte te abriga

como el pasado se ha de ir

el amor que recibiste

desde que fuiste formado

desde el día que naciste 

y en todos tus cumpleaños.

Cada triunfo que has tenido

y cada meta alcanzada

no te valdrá ni un centavo, 

ni te resolverá nada.

Así que desde ese octubre,

he cambiado mi mirada

aunque en lo que a mí concierne

y con respecto a tí, mi padre,

motivos de arrepentirme

no tenga yo casi nada

solo vivo para alegrar

los días de mi madre amada

por si tiene que seguir 

tus pasos una mañana,

cual la mañana de octubre

que fue elevada tu alma.

Y un día también volaré

al encuentro de tu mirada

que junto a Dios estará

alumbrando mi morada.