CDollanger

Carta de Cathy a su hermano, Christopher Dollanger

 

 

Inspirado en la obra de Victoria Andrews.

Mi vida es una sucesiva confrontación de amores fatídicos,

de muertos que aun en la tumba me persiguen, para asechar ,con sus tormentosos recuerdos, el quebradizo escudo que he logrado ponerle a mi vida.

Sé muy bien que soy la desenfrenada manifestación de todo lo que tú no eras.

Y porque siempre fuiste mi polo a tierra, recordaré que gracias a ti encontré el ritmo de mi danza y también de mi existencia.

Y si, es cierto que alguna vez soñé con ser la primera Ballerina,

y aunque la vida me pesa por no haberlo conseguido nunca,

me sopeso en los recuerdos de tus torpes intentos por hacerte mi primer bailarín.

Porque, solo entonces, pude comprender que el amor no conoce fronteras, ni aun cuando por nuestras venas corre la misma sangre.

Y eres tú, Christopher , mi amado Christopher Dollanger , el amado hermano de Cory y Carrie, el reconocido el médico, el padre, el abuelo, el hijo perfecto ; lo mejor que en la vida pude encontrar. Desde que a tientas en un ático, tuve que aprender a caminar sin tropezarme.

Y torpe de mi , querido Chris, que no puedo evitar llorar y lamentarme al recordar tu primoroso nombre.

Pero es que me cuesta tanto aceptar que ya todos se han ido y que los que quedan no me necesitan.

Incluso tú, amor de mi vida, ya no estarás presto a mis lóbregos pensamientos.

Y cada día que pasa me encuentro más sola , y sin ti soy tan indefensa , como una flor sin espinas.

Pero me queda la satisfacción de saber que

Sin duda, ya estáis todos en un lugar mejor.

Que ya nos somos más las flores en el ático.

Y que sólo ha quedado la más frágil de los cuatro muñecos de Dresde;

eso si, atrapada en la casita de cristal que la cerril y malvada abuela nunca pudo tocar.

Pero ya no me basta la vida, amados míos, y por eso espero que en nuestro jardín sin semillas, de hierba púrpura y caracoles de papel, podamos reencontrarnos pronto; para ser lo que siempre debimos ser: Pétalos esparcidos libremente al viento