alupego (Ángel L. Pérez)

VIAJE AL INFINITO

 

Baten las olas furiosas,
sobre el casco del velero.
La sombra sobre las aguas,
navega a favor del viento.
Recias voces en cubierta,
se elevan sobre las velas.
Acompasadas canciones,
alivian el frío intenso.

Calma chicha en la mirada,
perdida entre los recuerdos.
Serenidad en los gestos.
Aplomo en la compostura,
como clavado en el suelo.
Y los brazos como robles,
pero ágiles como remos.
Nervios tensos como barras,
fundidos en puro acero.

Amainan las tempestades,
que bullían en sus pechos.
Se hace rítmico el latido,
que quería salir corriendo.
El pelo hirsuto se pliega,
sobre el rostro marinero.
Faz forjada en los embates,
curtida, tosca y sin miedo.
La voz se quedó acunada,
con los latidos del pecho.

Viento de vida que sueña,
con ser brisa entre los cerros.
Ser caricia entre los labios.
Entre los rescoldos fuego.
Viento que quiere ser sangre,
para regar los deseos.
Luna llena quiere ser,
para sin ver, ver por dentro.
Y quiere ser el aroma,
que perfume los alientos.

Baten las olas la carne,
forjada de sentimientos.
Suave al rozarla las manos.
Tierna al ludirla los besos.
Bofetadas los agravios,
como desatados vientos.
Y furtivas madrugadas,
pletóricas de deseos.
Queda queda la tormenta,
que lentamente se aleja,
flotando entre los recuerdos.

Como una alfombra la mar,
salpicada de pigmentos.
Acaricia las cuadernas,
con la sal que vive dentro.
Y los infinitos brazos,
cuajados de Sol y viento.
Van acunando la nave,
ahíta de sentimientos.
Se derraman sobre el rostro,
los acerados cabellos.
A.L.
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