YAZMANY

LOS PLACERES DE LA CARNE

 


La vulnerabilidad con el
paso de los años
puede invadir nuestra humanidad
lo cotidiano volverse extraño
y un extraño con su amabilidad
dejarnos historias de por vida como la vívida con ella en Santiago.
Aquella noche y su narrativa
vuelve a mí en retrospectiva
cuando su sensualidad
hizo cautiva mí imaginación,
su afectiva actuación
fue efectiva en mí emoción
y le dio la facilidad de ingreso
a mi corazón
Al brindarme los placeres
de su carne logro arrojarme
a un mar de sensaciones placenteras.
Quisiera fuera hoy como ayer
cuando la viera por ves primera
abrir sus pétalos para mí como
flor en primavera.
Esa noche sentí, volver a nacer
y volví, a recorrer sus praderas
disfrutando su rocio al vaivén
de sus caderas.
Era una dulzura estar anclado
a su cintura desnuda
una delicia cubrir su piel
con besos y caricias
hasta oírle gritar de placer 

Los placeres de su carne
hicieron que me arme de valor
y desear bañarme en el olor
de su fragancia
de saciar nuestros cuerpos
hasta agotar, las fuerzas de
mis ansias
hizo temblar mí alma de deseo embriagó de fantasía
mí osadía hacía darle más
de un te amo al día.
y de la ideología de su lujuria
hice mí filosofía
me hizo adicto a sus caricias.
frente a la fragilidad de
un te quiero
me hizo adepto a sus besos
a su verbo a sus versos
cuando hicimos el amor
lanzados al viento
sin parapentes sin miedo
a lo indecente
con la satisfacción cómo
único concepto.
Traspasamos el umbral de lo prohibido
dejando en evidencia lo inmoral
en su pureza y lo sensual de
su belleza.
Con los placeres de su carne
me sedujo me condujo
en un hechizo en un embrujo
redujo mí reacción hacia lo desconocido
y sumergidos en éxtasis
alcanzamos un mutuo
orgasmo perfecto.
Con un beso, con solo un beso desperto mí ilusión
y hoy mi corazón espera
su regreso.