Zoraya M. Rodríguez

**-La Dulce y Fría Tentación - Novela Corta - Parte IV-**

El Negociado de Europa, envía influencias de ellos hasta occidente a investigar al cura con todo lo relacionado al caso de Christian Polon y con todo evidencias y pormenores del caso de Leónfilo con el vil y sangriento asesinato de Christian Polon. A Leónfilo le llega la carta de nueva citación a la corte suprema. El Negociado de Europa lo lleva a juicio y se extiende este juicio por más de un año o más. El frío congela más a la piel, es el frío o es la nueva temporada que es así ahora en este mismo instante en la ciudad más fría de occidente. La nieve no deja que cada persona vaya y transite a su destino, sino que comete el más de los terribles sucesos: que la gente resbale en su automóvil y más aún que se pierda la vida. Leónfilo, sí logra llegar a la corte suprema con todo frío y temporada alta de nieve. Su abrigo uno escocés proveniente de Europa le queda muy bien es el que utiliza para salir y verse bien. Su bufanda colgada de color rojo le combina muy bien a su traje. Cuelga del perchero su abrigo escocés, sus guantes, su sombrero y bufanda de rojo. Decide hablar esta vez con el juez, lo cual no se lo permite nadie, hasta que se realice o se ventile el juicio de Leónfilo. En el titular de la noticia dice: -“El cura europeo: el asesino de Christian Polon”. El cura no ha leído ni una reseña en el periódico porque como esta arrestado, pues, no se le permite ver ni extraer alguna información del periódico al acusado, es pura evidencia y puede ocurrir un altercado en lo que se ventile en el juicio. Y Leónfilo acude a su citación sin falta. Lleva consigo un rosario y una pequeña Biblia. Antes de volver a ser interrogado el Leónfilo reza un Padre Nuestro en italiano, él sabía los idiomas español, inglés e italiano a la perfección, incluso siempre ha querido ser un papa. Leónfilo sigue su trayecto como un vil y sanguinario asesino, pero, no era así. Él era sólo un cura que sólo quiso pretender hablar con su Dios. Y saber de cosas que Él Dios mismo solo sabe y puede explicar. Solo que aquél geólogo llamado Christian Polon, quiso ser todo un Dios sin querer ser. Porque sólo es el comienzo de veras de sentir en su propia carne el amor de todo un Dios. Porque sólo es creer en un solo Dios que nos habla con las cosas existentes y no a través de una transmisión radial y que se haya inventado por el hombre. Se da como una ilusión poder hablar con Dios si se siente en el corazón. Cuando se siente el deseo, de saber que sí existe Dios. Y Leónfilo lo había comprobado, pero, falló su experiencia y más aún un experimento donde culminó en un fallecimiento y más aún en un asesinato. Y Leónfilo quiso ser ese Dios y sí, llegó a envidiar a Dios. Cuando supo que Dios era mujer y de color negro, lo que arrancó de su pensamiento fue la fuerza de coraje de enfrentarse a un estafador fatulo que se creía ser todo un Dios contestando aquello que era parte y que le pertenecía al Dios mismo. Y quedó y para siempre en todo aquello que se llamaba eternidad cuando sucumbió en un trance psicológico paranoia que terminó en un solo cortocircuito que enredó el oído por ambas partes. Esto fue lo que contestó Leónfilo en su interrogatorio en la corte suprema de occidente. Todo el suceso y lo ocurrido ocurre en Europa, por ende, se tiene que llevar a Leónfilo a su sede nacional y original donde él perpetró todo el laboratorio y más aún llegó a hablar con un tal Dios y que asesinó a un hombre creyendo que era todo un Dios. Leónfilo vá en busca  de su libertad, de su verdad y más aún de su tranquilidad. Él, nunca imaginó que ese estruendoso ruido iba a acabar con la vida de algún ser humano, si él se creía que era con un tal Dios, con quien él hablaba a través de la transmisión radial. Se sabe que el destino es real como en el cielo está nevando, y con mucho frío. Se siente el frío inerte en la misma piel, y en el abrigo cae nieve. Y se siente que él sólo Leónfilo es un vil y sanguinario cura que mató a Christian Polon desde su laboratorio hacia la cabina radial. Kira la que él confiesa confesó en jurado y en el juicio también en el interrogatorio también participó de esta investigación. Desde que el cielo abrió el cielo, y nevó como nunca antes. El frío cayó lo que calla la piel con sentido. Y se fue por el camino otra vez, siendo culpable de un asesinato. Y se sentó al filo de su cama en su habitación, y oró en verdad a Dios, e invocó tanto que volvió la voz a hablarle y le dijo, -“muy bien Leónfilo, te entregaste en cuerpo y alma a todo aquello que hiciste, quisiste hablar con Dios y tu ego de fanatismo lo creó y lo mató”-. Y Leónfilo yá estaba casi muerto, casi sin sentido, el frío helado arropó todo su cuerpo, y más aún su abrigo y chimenea no daban abastos. Entonces, dejó que esas voces le hablaran a él, a él Leónfilo, lo acusó, lo insultó, y más aún le dijo que era un vil y sanguinario asesino que estaba al acecho de cualquier persona y que cualquier persona estaba sin protección alguno con él en ese lugar. Leónfilo asustado, friolero, y con álgida piel casi irreverente, casi, tenue, y la luz opaca de sus ojos, estaba en pleno mar abierto, en una calma sin desesperación, y casi inestable. Estaba perdido, inconsciente, deshecho, y casi imperceptible su manera de ver las cosas. Y aquella voz, quedó por siempre muy dentro de sí mismo. Y le seguía hablando incluso contestando toda aquella pregunta acerca de todo un Dios tan poderoso como el sol mismo. Y él Leónfilo no se imagina quién es, si aquella transmisión de ondas sonoras de magnética línea quedó por siempre en su cabeza. Y era y nada más y nada menos que Christian Polon. Aquél hombre quien él Leónfilo mató cuando colgó la línea tan bruscamente y fuertemente como aquel estruendoso instante cuando por primera vez entabló una conversación con Christian Polon. Y fue la pregunta con contestación más torpe o mas inteligente, sí, aquella pregunta que lo sacó de dudas y que todavía ni el Negociado de Europa ni de occidente sabían. Que Dios era mujer y de color negro. Y que el que le hablaba era un hombre y no una mujer. Entonces, Leónfilo prosiguió un error seguir hablando con esa voz invisible, en su subconsciente, o en su mente, y fue un grave error y un acierto para aquel que lo perseguía por el transmisor que continuaba detrás de la línea abierta. Y Leónfilo quedó perplejo cuando sólo se dió de cuenta que yá se había quedado con la voz de aquel que él mismo llamaba Dios. Cuando se dió de cuenta que era un tal Christian Polon. El que él había matado a causa de un ruido magnético con cortocircuitos hacia el oído de Christian Polon, el científico geólogo europeo, quien investigó acerca de fósiles extraterrestres históricos en el mundo y demás investigaciones dadas a Christian Polon para ser investigadas. Y Leónfilo quedó maltrecho, desolado, triste y más que eso quedó muy desilusionado. Pero algo, una estrella brilló en el cielo, y una esperanza quedó que lanza, un poco de más de vida, que sí era en verdad Dios. Pero, no, se dijo, que no era todo un Dios, sino el adivinador que aún lo seguía y lo perseguía desde la cabina radial am, a através, de su transmisión abierta hacia su laboratorio y después a su cabeza y a su subconsciente.                         

            

 

Continuará……………………………………………………………………………………..