Alejandra Galeano Valencia

Aquí estoy, mírame.

Yo me fijo mucho en los detalles.

En como el viento ondeaba tu cabello largo ese día de sol,

en tus ojos negros que me decían “aquí estoy, mírame”.

Y entonces yo creía que la eternidad se encerraba en dos ojos que se miran.

Tus comisuras, en las que yo podría quedarme a vivir,

me enseñaron que el hogar no es una casa.

Que somos un para siempre,

aunque ya nos hayamos acabado.