Maximiliano Moreno

Septiembre 18

Ahora entiendo un poco el camino áspero de tu vida, 

los atajos que llevaban a la nada y las terribles zancadillas.

 

Te veo y miro el mundo,

las sonrisas abiertas de mar,

los ojos profundo de ultramar.

Tu pelo ajeno a ti ya que es de si mismo,

abriéndose paso con el viento del destino,

tus pasos itinerantes inherentes a tus lunares de vinilo.

 

No eres de nadie y eres de ti misma, esa dualidad correosa

de piedra de río,

dura como hierro paradoja de su dermis de humedad en roció

 

No hay nada más adelante que tú y tus deseos de fortaleza

esa que estaba escondida 

detrás de tus lágrimas moldeadas de lava entera.

 

Pequeña como tesoro génesis de arcoíris y sublime como su brillo, 

no eres más sombra y 

no eras ya tropiezo, eres albedrío 

y fusión de océano y río.

 

Veo como te alejas como parte de la vida, 

semilla que vuela en el viento 

y que en buen lecho anidas.

 

¿Donde será tu aposento de guirnaldas y carne de nube?

¿Donde los brazos que te sujetan, cuidan y te unen?

 

Nadie sabe tu nómada brújula,

nadie sabe tu voluntad de hoja seca,

viento de otoño y rayo de Sol que a todos hacia ti nos orienta

 

Te pienso y puedo ver lleno ya tu vacío,

ese que en ausencia alojaste en tu inmarcesible rostro de primavera y en lilas vino.

 

En lilas, lilas y más lilas para destino,

los girasoles perdieron su profundo sentido.

 

Veo mis manos y ataviadas que alguna vez de ti fueron prístino,

Apenas tiemblan y de ti escribo.

Intolerantes y tacitas cavan 

su último morada,

tú recuerdo de entrega 

intentan describir su última cena.

 

No hay más camino que tú 

decisión de vida en capricho,

mis canas esperan 

por tus ultimas 

palabras de epitafio 

en pergamino.