Ofelio

RIMALGIA XVIII

Hoy que mi sangrada boca atesora
tus dulces besos, más dulces que el mosto,
y fervientemente acaricia la hora
de volver a libar la encantadora
miel de tus labios que son mi regosto.

Fruta que se desliza por la rama,
fruta exquisita, madura y jugosa,
que mi alocada necesidad clama
y en mi pecho quema tanto la llama
del deseo por tu pulpa sabrosa.

Digo tu nombre con gran obsesión,
lo repito a voces en el silencio,
te pienso en el verso de la canción
que habla de la gloria de un gran amor
y también en la de un fatal desprecio.

Te deseo, te necesito y te amo,
y qué más puedo hacer sino adorarte,
sino hacerte sentir lo que proclamo,
que en todo invierno y en cada verano
tendrás mi hoguera para acalorarte.