Hoy nos recordé, estábamos los dos en plena calle. Nerviosos, no podíamos mirarnos, se detenía el tiempo cuando estaba contigo. Eras lo que uno espera ver al final del día, la frase franca, la mirada furtiva y ese deseo secreto que te recorre el cuerpo... La intensidad del querer y el no deber, y es que esta es mi pequeña y ridícula historia, alguna vez has estado tan solo? Tan solo como un perro en la calle? Que piensas que quien te tiende la mano te llevará a casa y te protegerá hasta el fin de tus días?
Ese fue mi instante siniestro, estaba ahí viéndote y deseando sentir cosas olvidadas por mi piel. Sin embargo sólo nos reímos de nuestras miserables vidas, hablamos un poco más y caminamos a casa...Hablando de supuestos y de tantas cosas. Nos despedimos mucho antes de llegar a nuestro destino y me detuve en seco, sonreí imaginando ese beso que jamás llegó, volví a mi vida. Volví al llanto usual y a las noches tristes...
Hoy pienso cuando veo que me evitas en la calle...Debí haberte besado? Debí haber vivido mi instante siniestro? Qué paga reciben las niñas buenas al final de sus miserables vidas? Se sientan a deshoras a escribir sobre el amor mientras otros lo hacen? Bebo un trago y brindo conmigo misma, rezo más bien por un momento mágico, casi erótico, que me haga cuestionarme ir al cielo... Quiero verte hoy, para revivir mi pequeña y ridícula historia...Mi estúpido instante siniestro.