Dicen que lo realmente bueno solo dura un instante,
Pero te recuerdo como si fueras desde siempre.
Una conexión fugaz como la sonrisa del mezquino
Como la brisa matutina que te azota la cara al asomarte a la cornisa.
La caída de la estrella que por ser vieja ya no brilla.
No me imaginé que desde entonces no dejaría de pensarte,
Que serias tema constante entre mi almohada y yo
Que se me escaparía una sonrisa al rememorarte,
Que serias musa en estas líneas,
Que Madrid seria ahora mi lugar favorito
Y yo quien tuvo la suerte de encontrarte.
Tuve la suerte del adinerado sin ser rico.
Del mendigo que come caliente.
De la presa que escapa de las garras de la muerte.
Recuerdo aquella noche en plena oscuridad
Como se unieron nuestros labios en un pulso vivo que se hizo eterno.
Y no sé si será por tus ojos oscuros,
Por tu pelo rojo como las llamas del amor verdadero
O por esos labios que suscitan un te quiero.
Pero después de rememorar(te) lo vivido,
Después de recordar cada paso,
Después de secar cada lágrima,
Tan solo puedo decir que hace un adiós que no te veo.
Hace un adiós que no me entiendo.
Y hace más de un adiós que te echo de menos.