132

9 de septiembre.

 

Éstas lágrimas que dejas
están
pausando mi tiempo
y lo hacen eterno
a la vez
que me cargan de nostalgias futuras.

Y no me entiendo.

Sostengo en mi garganta
una lluvia fría que está apunto de caer recuerdos futuros que no serán
y se me caen
me tiemblan las manos
y la voz
que no logra salir de mí y
es un grito agudo en mi cabeza
se me caen los sueños y
te veo partir
se me hacen nubes los ojos
ocultan mi sol
y no veo luz alguna
dejo la puerta abierta
un rato
un día
una vida preciera
por el miedo que me está dando
dejarte atrás
por si no te da tiempo a volver
antes de que decida levantarme y cerrarla
por si vuelves
y no te atreves a golpear
por si vuelves
y no me atrevo a abrir.

Equilibro mi vida con tu respiración, mi amor, y si no estás ¿cómo hago entonces?

Es que parece que tengo tan claro el amor
cuando no amo
tengo tan claras las despedidas cuando no es a mí a quien abandonan
—no vuelvas para abrazarme,
que los abrazos cargados de tristeza no me gustan
me saben mal
y me hacen querer salir volando—
tengo tan claro todo desde este punto en el que me encuentro
a veces
cuando no quiero
y cuando me quieres
que ya no necesito encontrarme en ningún otro lugar
que no se trate de éste lugar
que cuidamos
que es hogar de la palabra «nosotras»
pero ya no nuestro.

Me has hecho polvo
y has soplado
me has secado las ganas de llorar
de tanto hacerme llorar.

Y nunca sé como terminar un poema que quiero terminar,
pero ya me enseñaste como terminar lo que no quiero terminar.