Raúl Salazar Jasso

El escólex de tu vida

Y me encuentro aquí, pensándote diario,

de la puesta al ocaso estas tardes de verano,

teniéndote presente en todo mi horario,

añorando el instante de rodearte entre mis brazos.

 

Recuerdo tristemente el día de tu partida,

con mi corazón entre las manos sintiéndome abatido,

y muy a mi pesar de tu apresurada huida,

estás presente siempre en cada latido.

 

Me aferro a ti con mi fuerte rostelo,

adhiriéndome a tu esencia como mi último anhelo,

instando crecer mis proglótides como recuerdo,

y no enquistarme subiendo al cerebro.

 

Por más que intento no consigo alejarte de mi cabeza,

teniendo episodios de excitación neuronal descontrolada,

en los momentos álgidos pierdo mi entereza,

por el fulminante miedo al final de la vida, quedarme sin nada.

 

Al ocaso de mi vida solo moré como un parásito,

dependiendo de ti para lograr mi plenitud,

y hoy que me encuentro en total desamparo,

entendí que ahora vives mejor sin mí.

 

Raúl Salazar Jasso