Verano Brisas

DESCONFÍA

Un manifiesto sonrojo invadió

mi rostro, y perdí las pocas

fuerzas que aún me quedaban.

Petronio

 

Si vas a una casa demasiado lujosa,

llena de cuadros, alfombras y cojines,

desconfía.

 

Si en esa misma casa, sin conocerte,

te invitan a tomar el té

o cualquier bebida espirituosa,

desconfía.

 

Si te sientan alrededor de una gran mesa

dispuesta para un inocente juego de cartas,

desconfía.

 

Si ves que por las puertas laterales

entran y salen primorosas chicas medio vestidas,

sonriendo y saludando candorosamente,

desconfía.

 

Si al estar sentado junto a la mesa

sientes que una mano femenina

resbala entre tus piernas

con dirección segura hacia el falo,

desconfía.

 

Si esa misma mano te abre la bragueta

y empieza a masturbarte pausada y vigorosamente,

desconfía aún más.

 

Desconfía,

porque en ese mismo instante

la compañera de aquella mano que oprime

tu ya casi derretido falo,

sustrae, sin que te des cuenta, el alma de tu cartera,

y estás a punto de ser botado a la calle

por dos atléticos guardianes,

sin ninguna explicación.

 

Comprenderás entonces que caíste en una trampa

siendo cliente involuntario de un prostíbulo

que mejora sus ganancias con un discreto garito.