alupego (Ángel L. Pérez)

QUE NO SE ACHIQUE LA VIDA

 

En el fondo de los sueños,
se recrea la existencia.
Se deshacen las cadenas,
como pompas de jabón.
Y se limpia el corazón,
de los virus que le infectan.
La voz se queda por dentro,
a la espera del momento.
Se suspende la razón,
que queda atada al recuerdo.
Y se mezclan los deseos,
con los oscuros secretos.
La vida cambia a otro estado,
a otro nivel de existencia.

Dolores en el zurrón,
donde se guardan las penas.
Donde caen los deshechos,
de las razones perdidas.
Montones de intransigencias,
que nublaban la razón.
Rimeros de fantasías,
que no fueron satisfechas.
Persistentes desengaños,
que te agreden cada día.
Y aquellos besos fingidos,
que achican la misma vida.

Sonrisas lleva la brisa .
Cuando va soplando el viento,
en la dirección precisa.
Crucero de soledades,
con pasajeros sin prisa.
Que mirando al horizonte,
van proyectando su vida.
Que la mirada sea larga,
que no se quede en la orilla.
Que los ojos se transporten,
allende de las colinas.
Y la mente enamorada,
de la verdad y la justicia.
Atraviese el infinito,
para no quedarse chica.

Versos volando sin rumbo.
Pero dejando su impronta,
en cada suelo que pisan.
Anocheceres de luces,
con la sombra como amiga.
Tiranos que se diluyen,
cuando el odio se marchita.
Y el impacto de las rimas,
sus vanidades fulmina.
Versos de múltiples formas.
De matices que penetran,
en las recónditas vidas.
Certeros dardos al centro,
del corazón que respira.

Al borde de los caminos,
se van quedando las briznas.
La mirada hacia adelante,
como buscando la rima.
A.L.
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