Dr. Correa

Dos monstruos

         I

Por amor escribí unos versos.

Luciendo atónico y tocado

me hubo de cuestionar mi padre

si el verso escrito es poesía...

Es vaga mi certeza,

Padre; sólo asevero

que he puesto en mi verso mi corazón

¡cómo ilustre poeta!

 

Pagué un botón de rosa roja.

Al pedirle que lo escogiese,

me hubo de preguntar mi madre

si la destinataria es bella...

Si belleza es aquello,

Madre, que arrebatando 

mi juicio, mueve a la ternura mi alma,

¡entonces nunca dude!

 

             II

 

Disputan en mis entrañas

dos enormes monstruos crueles,

frívola guerra insensata:

lujuria que a hierro mata,

miedo que ignora laureles.

 

El grave deseo diurno

a su aire y su sombra me ata;

de noche arriba zumbando,

tenazmente provocando

que el pensamiento me abata.

 

Porque tengo tanto miedo

su inocencia me desprecie:

¡botón, te has secado terso

junto al papel de los versos

que en mi gaveta se aprecie!