DEMÓDOCO

TAPIZÓ LAS PAREDES DEL BAÑO CON PÁGINAS DE «EL UNIVERSAL» Y SE DISPARÓ

 

[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]

 

Por Alberto JIMÉNEZ URE

 

Sofía y Carlos Rangel quisieron entrevistarme varias veces en su programa de televisión «Buenos Días» [entre los años 1982-1987], pero rechacé sus propuestas por padecer de «Miedo Escénico». Una afección psíquica calificada por los psiquiatras como irracional [superé esa enfermedad gracias al profesor, escritor y entrañable amigo Eleazar Ontiveros Paolini: quien, cuando fue Director de Cultura de la Universidad de Los Andes, me animó informar actividades culturales para ULA-TV] Luego, también me entrevistaría el  poeta Miguel Szinetár, en su programa televisivo.

De Rangel yo había leído dos portentosos, visionarios, polémicos y discutidos libros: Del buen salvaje al buen revolucionario [1976] y El tercermundismo [1982] Les hice anotaciones críticas para el diario El Universal de Caracas y, por ello, llamé la atención del brillante escritor: detestado por casi la totalidad de los intelectuales latinoamericanos simpatizantes del «Castro-Comunismo», pero admirado por los notables Jean Francois Revel y Octavio Paz. La afamada museóloga y esposa de Carlos me sermoneaba:

-No seas tonto, Albert: no atemoriza a nadie un programa de televisión […] En el «set», respiras profundo antes de comenzar el diálogo de «plató»

-Me paralizaré, no podré responderles –confesé mi cobardía a Ímber-. Sería bochornoso que ustedes suspendieran un programa a causa de mi pánico ante cámaras filmadoras.

Varias ocasiones, Rangel y yo hablamos en un cubículo medio secreto que tenía en el «Museo de Arte Contemporáneo Sofía Ímber» [Parque Central, Caracas] Su mirada era triste, el tono de su voz casi inaudible y sentencioso:

-Pocos atrevemos enfrentar la siembra del Comunismo en las «universidades autónomas» de Venezuela y «centros culturales», Albert –formulaba-. Nuestros profesores, estudiantes, artistas plásticos, poetas y escritores están enamorados del criminal Fidel Castro Ruz […]

-También algunos políticos de la Democracia Venezolana, infames todos –comulgué con su tesis-. Son, presuntamente, socialdemócratas: pero, «tienen un bárbaro atravesado en el trasero» [eso me dijo Ramón J. Velásquez hace pocos días]

-Venezuela y otros países serán devastados por el Castro-Comunismo, no lo dudes Jiménez Ure […] Leo tus artículos, noto en ellos tus -idénticos a los míos- fundados miedos al respecto.

-También me atribula lo que expones en tus magníficos ensayos, Rangel, que releo con frecuencia.

El 15 de Enero de 1988, muy temprano, el Jefe Anfitrión de la Universidad de Los Andes [Pedro Velásquez] me buscó en «Prensa Institucional» para decir que Sofía Ímber quería hablarme telefónicamente. Ella tenía mi número, pero tal vez lo extravió. Habrá llamado al Master, que la transfirió a Protocolo [situado en la misma área del Rectorado] La atendí de inmediato:

-Carlos ha muerto, Albert –expuso, curiosamente sin voz quebrada-. Tenía que informártelo antes de comenzar mi programa-. Porque, hace pocos días, estuvo hablándome de los artículos que publicas. Te apreciaba. Tapizó las paredes, el retrete y piso de su baño con páginas del diario El Universal. Se colocó el cañón de una pistola en la boca y disparó. Su sangre brotó, pero sin manchar nada. Fue escrupuloso.