Quizás no supo ver tras la corteza,
o tal mi bizarría convincente,
que sin ningún atisbo de flaqueza,
marchó su corazón, calmo y silente.
Y este corazón enmascarado,
de bello lapislázuli bruñido,
que el tibio azul del mar ha abandonado,
legando solamente su teñido,
Este corazón de luna llena
que duerme sobre ramas deshojadas,
que aún sin admitirlo, lleva penas
vivaces, entre perlas cobijadas;
No supo oir la voz del viento suave,
que horadar su telliz pretendiera;
ni tras el rosedal hallar la clave,
que todos los cerrojos resolviera.