Desde esta orilla,
triste y reclinado sobre el lomo de la noche
que se va agolpando,
diviso en lontananza tu pálida silueta
que el viento bramador agita al infinito,
inútil ardid de la memoria frágil
que se quiebra en absurdos espejismos
para asirte desgarrada piel en que te sueño.
Delirio de la noche que apresuradamente cae
como lluvia de pájaros siniestros
en la boca del rompiente exhausto.
Desde esta orilla
aletean aún los trémulos recuerdos
como pertinaz llovizna en el escarpado océano
y todo el triste dulzor endormecido
por la terca arremetida de los años
despierta en la piel duendecillos
de perdurable ardor
y un cosquilleo a la sangre sorprendida invade.
Tanta sal desvanecida ya en tu pecho
aroma de verdiblancas sensaciones
la playa en que tu desnudez se oreaba.
Desde esta orilla
evoco sueños de sed saciada
con el furor de cuerpo en llamas.