Luis E. Calderon Romero

A Carmen.

Cuando en mis noches cuajadas de silencio,

las angustias retumban en mi mente,

como estallidos de luz intermitente,

dejo de atormentarme si en ti pienso..

 

Cuando la luna me espía en las madrugadas

y la brisa acaricia mi ventana

mucho antes de encontrarme la alborada

tropiezo con los rasgos de tu cara.

 

Y cuando el día me acosa con su ruido

y llevo el mundo galopando a mis espaldas,

si yo te pienso, vuelvo a encontrar la calma,

de ave que encuentra lo que busca: Un nido.

 

Cuando el pasado me oprime con dureza

y este falso presente es hierro frío,

donde tu estés, presiento tu tibieza

y te hago parte del futuro mío.

 

Cuando murmuro nombres orientales

refulgentes como arenas del desierto

y beduinos con la espada al descubierto

y noches con un cielo de cristales.

 

Y cuando en mi imaginación enfebrecida

serpentean la huries del profeta

y veo mezquitas con formas de trompeta

y oasis con dátiles de vida,

 

Contemplo Carmen, las mágicas alfombras

envolviendo tu cuerpo de palmera

y tu sonrisa, toda la vida entera

disipando mis tristezas como a sombras.

 

Cuando a tu nombre, herencia castellana,

lo haga yo repicar con castañuelas,

le ponga partitura de zarzuelas

y lo cubra con rosas de la Alhambra,

 

Cuando a tus ojos, luciérnagas del Nilo,

que danzan con las ondas de las aguas,

me asome yo, hurgando en tu destino,

en busca de tus fibras africanas,

 

Recordaré, de Egipto a una princesa,

con la túnica mojada hasta los muslos,

apartando papiros y malezas

y alzando a una criatura de los juncos.