A. Martinez

Otro día.

 

Hago café,
y la mañana
inunda las ventanas,
luz que se dobla
al fondo de la retina,
dejándome entrever
el olor de tu boca antes del beso.

 

Aclaro la garganta
para pensar tu nombre,
y en mis manos
se despierta la redondez
de tu cintura,
la altura de tus hombros,
redondos como naranjas.

 

Siento en la lengua,
el cosquilleo de una frase
que comienza en tus labios,
y va viajando rio abajo,
hundiéndose en la inglinal
bahía de tu sexo.

 

Me siento al borde
de las ganas,
lavo mi rostro y mis recuerdos,
cierro la puerta tras mis pasos,
y salgo a la ciudad,
a procurar respirar
tan lejos de tus ojos.

 

Eduardo A. Bello Martínez
Copyright © 2018