Alejandro Schleyer

Lamento, lamento

Lamento el lamento
de tus ojos tristes.
Hace unos instantes
risueños danzaban
y quité el aliento.
¡Ay! ¡Qué fue lo que hice!
¡Afirmación vana!

Lamento el lamento
de tu rostro bueno.
No debí tratarte
con malas palabras.
¿Si digo “lo siento”
cambiarán los hechos?
No. ¿Quizá algo valga?

Lamento, lamento
mi sinvergüenzura
de nombrarte cosa
en vez de sujeto.
Lamento, lamento
hablar sin dulzura.
¡Cuánto lo lamento!

Y de mis palabras
sacaré provecho.
¡No repetiré
el error pasado!
Que sea mis brasas
lo que me arrepiento
por lo blasfemado.