Esmeralda Zamorano

Para usted mi señor.

Me gustaría ser su ultimo pensamiento por las noches y noches de su desvelo. 

Si me permite podría transformarme en sus más grandes anhelos, deseos y vertiginosamente en sus fantasías más oscuras. 

Me gustaría volver a estremecerme, moverme de manera placentera al sentir el impacto de sus manos por sobre mis senos, dando pie a aquel juego del resistir y ceder, claro yo terminare por perder el dominio sobre mi cuerpo. 

Si gana esta disputa tendría que comprometerme a que los perdedores se conviertan en pasado y finalizados, me encantaría que tomará el control de mis caderas y de noche me leyera aquellos nítidos gemidos, que expulsan los grandes escritores cuando sienten que los tocan más allá de las blancas hojas de sus cuadernos.

Tenerlo a usted como gobernante de mi cuerpo, seria pagar con el mis errores y favores... Daría todo para que usted se sintiera cómodo, feliz y satisfecho. 

Solo para ver su reacción le confiaría mis gustos, placeres y el desdén probócado en mi cuerpo voluptuoso y deseoso por pertenecer a usted.

En el clímax dedicaré en honor a su  lid un coro celestial, con mil gritos despavoridos llenos de liviandad, sensualidad y obscenidad, en este cuerpo voluptuoso y deseoso por usted... Déjeme decirle que ni en mil años yo dejaría de desearlo. 

Usted, mi señor es el que logró conquistar mi cuerpo y ganarlo solo para su merced. 

Y por ello le escribo esto.

Esto es solo suyo y para usted, tanto como lo soy yo, tanto como lo es mi mente y mi corazón, solo me queda decirle gracias.

Gracias mi señor, por hacerme mujer, niña y ninfa de usted.