pablo beltran

LA ENSENADA

Entre tantas realidades, disertación.

Resulta imposible finar la desilusión.

Tu agraciada figura, perfume, diluyó.

Aquel valle de colorida luz, se fundió.

 

Recuerdas el camino, juntos bailando el son

fresca morada tu dote, Doncella, mi Sol.

alegoría  candente nocturno tenor

dintel lienzo rosa, instigó el devenir amor.

 

Recuerdas, perpetua arena arbitrio marfil cuerpo

y pertinente el silencio cristal arroyuelo

pétalos de orquídeas fundían velo cielo

suspiros fueron matinal medida del tiempo.

 

Escuchaste gotas liras exiguos lamentos

miles veces, cuan se apartaron cansados cuerpos,

Y la cálida aura fiel como estrella al verano

Surge lívida afección. Loco, doy por sentado. 

 

Allí, por demás, vientre desnudo suave lelo

admito que recuerdas en cristal el despierto

disperso blanco tálamo, negro largo cabello

adviertes: nunca pase el instante eterno y bello.

 

Qué noches exquisitas para el amor sustento.

Entre gigantes sombras de verde monumento

bajo tibias aguas mi poseído embeleso

enarboladas serranías, miel es por beso.

 

Las envidiosas mariposas bajo tu seno;

allá, en lo alto, rosadas aves dislocan viento

que gritaban al azul nuestro íntimo momento

provoca miradas en pudor recatamiento.

 

Que imperioso amarte por testigo bosque inquieto

en goce caudaloso río a la mar sediento,

en penumbra del sol eterno espacio muleto

en las rocas, en nubes, en nido con silencio.

 

Y este penetrante, alocado senil recuerdo

es razón suficiente para todo mi lamento,

de tu corazón sólo compasión por acuerdo:

tu atrio, que es a mi vida razón y todo cierto,

(arribó la indiferencia). No destelle muerto.