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CENTELLA AZUL, UNA CIUDAD... PERDIDA EN LAS ESTRELLAS.

           

                Éste, es el breve relato de un universo perdido en las estrellas. Una ciudad abandonada en el Cosmos... junto al lago de cKochiu. Su nombre es Centella azul, en la constelación de las Pléyades. Es ésta, una ciudad, cuya memoria... hace siglos quedó sepultada en el olvido. Sus habitantes fueron exterminados, hace miles de años, por guerreros interestelares provenientes de Scorpio, planeta de un sol ternario junto a la constelación de Orión. Mas, como la materia nunca muere, sino que se transforma, fantasmagóricos espíritus merodean por sus lares, resistiéndose a abandonar, la que antaño, fue su morada.

 

                La ciudad, se encuentra circunvalada por un lago de aguas turbulentas. Una densa y espesa niebla rodea sus ciclópeas murallas... y junto al foso enterrado, un enorme bosque de Koriuskas gigantes se yerguen, dotando al país de las mil torres... de una belleza indescriptible.  Decenas de hermosas cataratas brotan de su impresionante rocalla, como si fuesen extrañas lenguas de fuego que quisieran contar la historia olvidada de sus antiguos moradores. Ya todo es ruina, la urbe maldita y saqueada, se levanta entre brumas de hidrógeno, mientras el visitante que se adentra por primera vez entre sus muros... apenas logra advertir, en su tupida red de pasadizos y túneles, el más mínimo atisbo, de su pasado esplendor.

              

                     Sobre el cielo... extrañas aves levantan el vuelo, y con sus metálicos graznidos, logran ahuyentan al descuidado transeúnte, que a duras penas, intenta transitar por ella.

 

              Centella era en su día, una comunidad libre regida por una reina. Era autosuficiente, su medio físico la dotaba de todo lo necesario para subsistir. Sus bellos palacios, atraían a la gente de las aldeas y pueblos vecinos. Hoy no es más que la desdeñosa y fantasmagórica expresión... de la miseria y de la muerte. Con esa extraña fiereza, no obstante, que todo lo hermoso y extraordinario logra guardar para sí, y que indefectiblemente, sabe seducir al corazón de todo aquel, capaz de apreciarlo.